martes, 1 de abril de 2008


Reflexiones con el Tarot
Abril 2008

Hoy realicé una lectura de tres cartas para reflexionar sobre ellas. Dejé que el Tarot me hablara sin tener yo que realizar pregunta alguna. He aquí las cartas y mi interpretación.


Cuatro de Oros – El Eremita – Cinco de Espadas

En el cuatro de Oros tenemos la vida material organizada y estable. Las estructuras, el orden y las bases sólidas. El cuatro asegura la vida material, pero no la espiritual. Sin embargo, es la base de esta. En el centro de la carta vemos el Ave Fénix que se renueva constantemente. En el centro de lo que parece inmutable hay constante inpermanecia. ¿De qué serviría una tienda de comestibles donde todos los alimentos hubieran sobrepasado la fecha de caducidad?
El Eremita es el que permite el ingreso a una crisis oportuna para una nueva construcción. El personaje de la carta alza su linterna pàra mostrar una nueva vía que aún le resulta desconocida (avanza de izquierda a derecha dando la espalda al futuro) La luz de esta linterna también puede representar su mente iluminada, su conciencia o su experiencia (la linterna ilumina el lado izquierdo, el pasado).
La última carta es el cinco de espadas que nos muestra el surgimiento de un nuevo punto de vista, un nuevo ideal más elevado, más profundo, más espiritual si se quiere. Estas nuevas informaciones pueden penetrar en lo cotidiano para modificarlo.
No puedo dejar de pensar en lo difícil que nos resulta abordar los cambios en nuestra vida. Nuestro ego, que constantemente teme morir, se rigidiza en una estructura que sofoca al ser interno. Si observamos la naturaleza podremos darnos cuenta como ésta se encuentra en constante transformación: la hojas caen de los árboles dando paso a nuevos brotes, la oruga acepta dejar su disfraz para vestirse de mariposa, la noche se entrega a la luz del sol que la desnuda, etc. Asimismo permitamos nosotros que el cambio se manifieste en nuestros cuatro aspectos: en nuestro intelecto abandonemos nuestros patrones estrechos, ideas caducas, pensamientos tóxicos transmitidos por la familia y la sociedad. Transformemos los conceptos del amor, la vida, el mundo, las relaciones, el dinero, etcétera. Ampliemos nuestro lenguaje integrando nuevos términos, aceptando que el idioma también se encuentra en permanente evolución. Emocionalmente atrevámonos a soltar aquellas relaciones que ya no nos aportan nada positivo. Dejemos de ser un niño que persiste en una demanda de afecto y aceptación. Comencemos a entregar amor a la humanidad sin esperar retribución. En lo material abandonemos aquellos trabajos que ya no satisfacen a nuestra esencia, no nos identifiquemos con nuestras posesiones materiales y con nuestro cuerpo. No opongamos resistencia a los cambios que la vejez provoca en nuestro aspecto físico. En lo sexual-creativo dejemos de repetir nuestras creaciones, cuestionemos los patrones preestablecidos por nuestros antecesores, inventemos nuevas fórmulas. Seamos capaces de variar nuestra rutina sexual. La seguridad del cuatro está destinada a estancarse y pudrirse si no es tentada por el ideal que representa el cinco.

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